EL LATIDO DE LA VIDA

Todo a mano. Todo en una imagen. Todo en una ilusión.

Ilusión entre dos mundos que se conocen bien. Aparentemente se tocan, pero debe de ser así como ha de surgir la luz. De entre la tierra, se abre una grieta y nos llaman los habitantes de las profundidades. No tienen ropas y bailan desnudos y les gusta bañarse en aguas turbias para vestirse con el color de las amebas microscópicas iluminadas por el creador.

Las luces se apagan, el fuego quema, el hormigón es un guardador de sentimientos y recuerdos. La distancia entre los dos mundos cada vez está más cercana. O la cercanía cada vez está más lejana. Los colores ocre, anaranjado, rojizo, dorado y platino, se mezclan con los sueños de los habitantes y se comunican con nosotros a través de una melodía sincopada cada vez más apreciable para aquellos que tengan la capacidad de sentir el latido de la canción más vieja del mundo: el latido de la vida.

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