FOTÓGRAFO DE IDA

No me preguntes por qué, pero no sé dónde voy, el autobús me traslada de un sitio para otro y yo con mi cámara. Es la única forma de atrapar momentos.

Sé cuándo he partido, pero no sé muy bien cuándo volveré a tener el enfoque exacto. Por eso lo único que puedo decir es que iré tranquilo y seguro, y creo que volveré a ser un hombre nuevo cuando vuelva de este desenfoque relativo. La calma se vislumbra en mi espalda y se adivina la tormenta detrás de ese espejo sucio.

Al revés, parecería que esto me crea desasosiego, pero lo cierto es que el desasosiego es peor si la catástrofe te coge de golpe y porrazo. El espejo está sucio y sólo te pido una cosa: rasca detrás del espejo y verás que estoy delante sacándote el mejor perfil.