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viernes, 6 de febrero de 2009

CIELO Y REALIDAD

Y siempre que se acaba el día; esas nubes eternas en Bilbao. Luego, un frío atroz, pero sigue esa luz alumbrando a través de las nubes, una luz dorada que no tiene valor terrenal pero sí espiritual. Una luz reconfortante, una luz que aunque no caliente, consume los resquicios de nuestros males de la mente.

Una silueta que saluda a la dueña de la noche y espera pacientemente al mago que iluminará el día. Y siempre esperando al azul intenso, cián o gris teñido de neblina.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una luz espléndida.

VICTOR VERGARA dijo...

"una luz dorada que no tiene valor terrenal pero sí espiritual."
Bello párrafo.

Es una luz poco interesante hoy como producto de inversión. Pero estoy seguro de que el día que empezase a desaparecer para siempre, pagarían lo que fuera por tener un poco de ella, jaja